Cómo se preparan los pilotos de la FACh para enfrentar los vientos cruzados del sur de Chile
Considerada una de las mejores academias de la especialidad de Sudamérica, la Escuela de Vuelo por Instrumentos de Puerto Montt certifica la preparación de sus pilotos a las condiciones más extremas, incluso las de Juan Fernández.
Francisco J. Fuentes
En el mundo de la aviación constantemente se dice que los puntos más peligrosos del mundo para volar son Siberia, el norte de Canadá y el sur de Chile. Internarse en nubes o la niebla que emerge de los bosques en la Región de Los Lagos es como volar a ojos vendados. En estas condiciones la Fuerza Aérea entrena a los pilotos que aspiran a dirigir naves de guerra, helicópteros y hasta el avión presidencial.
Anualmente, la Escuela de Vuelo por Instrumentos del Grupo 5 -en la base El Tepual de Puerto Montt-, forma a una cincuentena de oficiales para "volar sin mirar, moverse sin oír e intentando desobedecer siempre las sensaciones del cuerpo", según lo describe el comandante Juan Fernando Ilharreguy (42), jefe de la academia.
Si bien el grado de información con que cuenta cada vuelo de instrucción reduce fuertemente las posibilidades de enfrentarse a una emergencia real, la tragedia de Juan Fernández -ocurrida el 2 de septiembre de 2011, dejando 21 fallecidos- caló hondo en los procedimientos de la FACh. Ese día, un fenómeno de vientos cruzados atrapó el avión Casa 212 volando a baja altura y lo lanzó al mar.
¿Sabe usted qué es el windshear? "Es un cambio violento de los vientos, a baja altura es muy peligroso. Lo correcto es poner toda la potencia, tomar altitud y salir de esta condición". La respuesta, con tono firme y directo, surgió un segundo después de ser formulada a la subteniente Natalia Henríquez (24), quien aprobó su curso de vuelo por instrumentos recientemente.
Según el comandante Ilharreguy, "volar aquí lo enfrenta a uno a condiciones difíciles permanentemente. Se trata de riesgos controlados, pero claramente son mayores, porque hay mala meteorología, mala visibilidad y condiciones de viento cambiante. Para eso preparamos a los alumnos", explicó el oficial.
Ilharreguy asegura que ahora el viento cruzado se estudia casi al iniciar el curso. "A los pilotos se les enseña a despegar, aterrizar y (enfrentar) esa condición " .
"No es que nosotros estemos buscando el peligro, pero naturalmente volar en esta zona nos enfrenta a condiciones de riesgo, en meteorología y visibilidad del aterrizaje fundamentalmente, pero los instrumentos y la experiencia para enfrentar esto están y se usan", explicó.
La mayoría de los vuelos que los aspirantes del Grupo N° 5 realizan en los Jet Citation CJ1 se planifican y hasta confirman con informes meteorológicos en mano. Día a día los jóvenes -de 23 y 24 años- deben someterse a velocidades superiores a 300 km/h y alturas de 3.000 metros.
En cada vuelo se estudia y simula una emergencia distinta. Un día es "corte" de motor, otro es viento arrachado o windshare , y nunca se sabe a qué deberán enfrentarse, ya sea en el simulador o la realidad.
Según Ilharreguy, "probablemente, este curso no sería lo mismo en Santiago o Iquique porque aquí enseñamos a no creerle al cuerpo y comenzar a confiar en los instrumentos, esa es la primera transformación que experimentan los alumnos: dejar atrás las sensaciones terrenales".
El Grupo 5 cuenta con equipamiento de última generación para la instrucción; los Citation (biturbina) tienen un panel de pilotaje doble, para que los instructores tomen el control en cualquier momento. También tienen cronómetro para medir el tiempo de respuesta de los aspirantes, y hasta un simulador de vuelos en tierra.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) la ha reconocido como la escuela de vuelo más segura de Sudamérica en cinco ocasiones en los últimos 10 años.
El señor de los cielos australes
Pese a que su bitácora supera las 1.000 horas de vuelo, y luce honroso el primer lugar en el curso de Estado Mayor, además del curso de Alto Mando en la Academia Superior de Londres, Inglaterra, el comandante Juan Fernando Ilharreguy parece no haber perdido el estilo amistoso y bromista de los agricultores sureños.
Quizás es por su condición de puertomontino que sus colegas aviadores le bautizaron como "el señor de los cielos", dada la facilidad con que parece predecir el clima: cada mañana, al mirar al cielo desde la ventana de su oficina, Inharreguy adelanta exactamente las condiciones climáticas del día siguiente. "Para mañana, esperamos una buena jornada para volar, habrá mucho sol, nubes altas y viento sur", dijo sin pensarlo mucho.
Lo particular de su caso radica en que hoy se encuentra al mando de la unidad que hace 22 años veía desde lejos, cuando llegaron a la zona los primeros cuatro aviones Twin Otter para la base aérea y él pastoreaba el ganado de su familia en las cercanías de Frutillar. "Ese día me prometí venir aquí, aprender a volar y comandar esta unidad", comentó.
Fuente: El Mercurio.